viernes, septiembre 21, 2007

Nos vamos a Pyongyang: al Hotel Ryugyong

La historia del Hotel Ryugyong es realmente curiosa: Kin Il Sung ordenó levantarlo en Pyongyang, a finales de los ochenta, para mostrar la superioridad de la ingeniería de la Corea comunista respecto de la de Corea del Sur, ya que una empresa radicada en este país acababa de construir en Singapur el que, en ese momento, era el hotel más alto del mundo, el Westin Stamford, hoy Swissôtel The Stamford.

Este es el Hotel Ryugyong:









Y este de abajo es el Swissôtel Stamford.




















El Hotel Ryugyong nunca llegó a terminarse. Es más, amenaza ruina.

Fernando Diaz-Villanueva relata la historia del Ryungyong aquí y concluye contando que "durante años las autoridades de Pyongyang gustaban de publicar postales en las que el hotel aparecía terminado y disfrutando de una iluminación nocturna extraordinaria. Era mentira, simple manipulación fotográfica con la que los jerarcas del régimen trataban de engañar a los visitantes".

Sin embargo, parece que no fue esa la única estrategia de propaganda.
Este enlace lleva a una conocida página desde la que se pueden efectuar reservas en hoteles. Como veréis podéis elegir las fecha en la que alojaros en alguna de las 3000 habitaciones del Hotel Ryugyong de Pyongyang y consultar la disponibilidad para las fechas deseadas; después de esperar unos segundos, veréis una foto de la (supuesta) habitación, un formulario de información del hotel (vacío) y un mensaje: Hotel no disponible.

miércoles, septiembre 19, 2007

Crecimiento económico y libertad

"[...] parece perfectamente posible administrar una próspera sociedad industrial moderna impregnada de un espíritu comunalista o familista y bajo el dominio de un Estado autoritario. Ni la falta de libertad política o intelectual, ni la falta de libertad social, ni la perpetuación de un espíritu familiar confuciano inhiben necesariamente la realización económica. Nos guste o no, el ángel de la muerte que castiga la ineficacia económica no siempre está al servicio de la libertad. Cierto que ha prestado algunos servicios a la libertad, pero no parece que esté permanentemente a sus órdenes. Esto puede entristecer a los que somos liberales y nos sentíamos complacidos al contar con un aliado tan poderoso, pero lo mejos es que nos enfrentemos con los hechos" (Ernest Gellner, Las condiciones de la libertad, Paidos, 1996, p.184)

viernes, septiembre 14, 2007

Perdedores radicales

Interesantes las reflexiones de Hans Magnus Enzensberger en El perdedor radical sobre las motivaciones de los terroristas islamistas. Lejos de explicaciones simplistas y maniqueas, Enzersberger pone el acento en la necesidad de castigar a otros por el fracaso propio. Esta tentación, tan humana, se habría visto agudizada, en el caso de los mulsumanes, por cierta herida narcisista padecida a consecuencia de observar la enorme desviación existente entre, de un lado, la creencia en la superioridad de los musulmanes respecto de los infieles y, de otro lado, la inmensa debilidad cultural y el atraso político, económico y social en que se encuentran los países que integran la ummah musulmana.
En ese contexto, afirma, se llega a la conclusión de que "el mundo exterior hostil no tiene otro propósito que el de humillar a los musulmanes árabes. Por consiguiente reaccionan con irritabilidad extrema a cualquier ofensa, supuesta o real. No es ningún secreto lo fácil que es instrumentalizar tales susceptibilidades. Todo colectivo de perdedores es proclive a lo estados de crispación que pueden explotarse políticamente".
Respecto de las causas del atraso, Enzensberger apunta al pobre del capital humano con el que las sociedades musulmanas han tenido que afrontar la modernidad. Cita el caso de la implantación de la imprenta, que se retrasó tres siglos pues fue saboteada por los jurisconsultos islámicos que no admitían la existencia de otros libros junto al Corán. En cualquier caso, sin descartar la concurrencia de otros factores (probablemente todos ellos de tipo endógeno), lo cierto es que "la total dependencia económica, técnica e intelectual de 'Occidente' resulta difícil de soportar para los afectados" que quedan, de ese modo, a la entera disposición de cualquier líder mesiánico que, paradójicamente, no superaría ningún sencillo test de fidelidad o integridad religiosa y cultural.