jueves, julio 19, 2007

Víctimas y tribus

Recomiendo la lectura de El hombre desplazado de Tzvetan Todorov y no sólo por el análisis de los regímenes políticos comunistas totalitarios, al que dedica parte del libro.

La parte final es muy interesante. En ella se ponen de manifiesto diversas impresiones del autor en sus visitas a los Estados Unidos: se muestra preocupado, por ejemplo, por el daño que procesos de victimización y de tribalización pueden provocar a los valores sobre los que se asienta la democracia constitucional. Y llama aún más la atención porque alguien que proviene de una de las sociedades más estatalistas en el seno de la victimaria y tribalizada Unión Europea se preocupa por esos fenómenos de aquí cuando está allí.

Todorov detecta riesgos para la autonomía y la individualidad en la deriva victimista que recorre los Estados Unidos, desde las reclamaciones por daños a las elaboraciones más sesudas de sus filósofos, y que llevaría a todos a buscar siempre responsabilidades ajenas para los errores en la propia vida. Este hecho supondría algo así como la demostración de que el ideal heroico (presente en la historia y mítica fundacional de esa nación) se habrían transformado en ideal victimario, con lo que la compasión se habrían convertido en criterio de justicia, bastando, por ejemplo, ser débil para tener razón.

En cuanto a la tribalización supone también una renuncia a la autonomía en la medida en que cada uno se representa a sí mismo como parte de un grupo al que queda alienado. Las cuotas étnicas y los correctivos electorales para garantizar la representación de las minorías, son muestras de ese proceso de tribalización que amenazaría a la regla del anonimato del voto, según la cual todo participante debe tener el mismo peso en la decisión, o lo que es lo mismo, un hombre/un voto o, actualizando al abate Sieyes, que los votos se cuentan por cabezas y no por estamentos, ni tampoco por minorías infra o subrepresentadas.

Un curiosidad: refiere Todorov, ciertas resistencias de los asistentes sociales negros a las adopciones interraciales de niños negros por padres blancos, porque, entre otros motivos, contribuyen a cierto "genocidio cultural". Siguiendo esa lógica, afirma, quizás hubiese que prohibir también matrimonios interraciales o reclamar la segregación en el transporte público o en la escuela.