domingo, mayo 17, 2009

Trabajadores, funcionarios y políticos

Me ha llegado un mensaje de correo con el contenido que reproduzco más abajo. Desconozco la exactitud de los datos. Tampoco se trata de que yo lo suscriba, especialmente en todo lo que pueda seguirse de defensa del estatuto actual de la función pública. Creo que, cómo mínimo, haríamos bien en buscar fórmulas para aumentar la productividad de los funcionarios, acabar con los abusos en materia de bajas, asuntos propios, horarios, etcétera. Eso como mínimo. En cualquier caso, el contenido del mensaje me parece interesante porque pone de manifiesto como muchas veces al poner a los funcionarios en el punto de tiro de las críticas, les hacemos el caldo gordo a los políticos, los auténticos privilegiados de este país. Y no son pocos.

“Ha dicho un político que es indecente que mientras la inflación es -1%, los funcionarios, además de tener plaza fija, tengan una subida salarial del 5% , Objetivo: congelarles el sueldo.
Me gustaría transmitirle a este "profesional" lo que considero indecente. Indecente, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes, y el de un diputado 3.996, pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a 6.500 €/mes; Indecente es que un catedrático de universidad, o un cirujano de la sanidad pública, ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera; Indecente es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura); Indecente es comparar la jubilación de un diputado y el de una viuda; Indecente, es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación, y a los diputados les baste con siete, y los miembros del gobierno para cobrar la ensión máxima solo necesiten jurar el cargo; Indecente es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF; Indecente es colocar en la administración miles de asesores, amigotes con sueldos, que ya desearían los técnicos más cualificados; Indecente es el millonario gasto en pobres TV autonómicas, creadas al servicio de la pervivencia en el trono de políticos puramente mediocres; Indecente es el ingente dinero destinado a sostener los partidos aprobados por los mismos políticos que viven de ellos; Indecente es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer u
cargo (y no digamos intelectual o cultural); Indecente es el coste que representan a los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes siempre en gran clase y tarjetas de crédito por doquier; Indecente es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año; Indecente es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses; Indecente es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público; Indecente es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios solo representan un coste para el bolsillo de los ciudadanos; Indecente es que nos oculten sus privilegios mientras vuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven;. Mientras, hablan de política social y derechos sociales. ¡Qué indecencia. . .!”