miércoles, noviembre 01, 2006

Terrorismo, educación y pobreza

Esta mañana leía, en el libro Occidente contra Occidente de André Glucksmann, lo siguiente a propósito de la extendida opinión que adjudica a la pobreza las causas del terrorismo:

"...la alegación es insultante, pues ni todos los pobres son terroristas ni están a punto de serlo. Omar Sheik, verdugo del periodista Daniel Pearl, ¿no había salido de las mejores escuelas londinenses, lo que no le impidió despedazar literalmente a su víctima? Los asesinos-pilotos del 11 de septiembre eran hijos de buena familia. Los asesinos del GIA descubrieron gran parte de su vocación en los institutos de Argel... Lo, siento, pero las tropas de asesinos se reclutan más bien entre los pudientes y los cultos."

No voy a recordar a uno de los principales sostenedores de la insultante alegación (Es poco realista esperar alcanzar la paz y la estabilidad en un mar de injusticia universal). Los contraejemplos a esa tesis, además de los referidos por Glucksmann, podrían multiplicarse.
Sin embargo, me inquieta la doble referencia en el texto a instituciones educativas. ¿Tendrá alguna relación el hecho de que gran número de terroristas tengan una sólida formación, incluso universitaria, con el hecho de que un número importante de profesores se dedique a fomentar el odio a Occidente y a justificar a todos los que lo odian y agreden? ¿Tendrá algo que ver el hecho de que, por ejemplo, en las ciencias sociales, por acotar, los profesores sean, en su mayoría, liberals en las universidades americanas y manifiestamente izquierdosos en las europeas? Y puestos a no acotar, los comentarios cargados de odio hacia Occidente, hacia España o hacia los EEUU que sistemáticamente profieren periodistas, actores, intelectuales, cómicos y demás personajes vinculados a la izquierda política, y que copan horas de programación televisiva ¿no serán en algún sentido, ellos, los comentarios y sus autores, y no la pobreza ni ninguna supuesta opresión, una de las muchas causas del terrorismo?

Dos citas sobre la paz

Recientemente he encontrado dos citas sobre la paz que se salen de los tópicos y usos dominantes al respecto.
La primera de T.S.Eliot, en su obra, Asesinato en la catedral, en la que uno de los personajes se pregunta:

¿Qué paz es posible entre el yunque y el martillo?

La segunda es de Carl von Clausewitz, quizás el mayor teórico de la guerra, que afirmó:

Un conquistador es siempre amigo de la paz..., querría hacer su entrada en nuestro Estado sin oposición

(La cita de Clausewitz la tomo del libro Occidente contra Occidente de André Glucksmann, que, por cierto, es muy recomendable.

miércoles, octubre 18, 2006

Líneas rectas, líneas curvas y dogmas éticos

Es muy interesante comprobar como existe entre los seres humanos cierta disposición innata a preferir el orden y la regularidad al caos y la incertidumbre.

Esta disposición se manifestaría especialmente a la hora de percibir figuras simples, regulares, simétricas o líneas continuas allí donde podrían percibirse figuras complejas, irregulares, deformadas o líneas rotas.













Al margen de aplicaciones en el diseño gráfico o en publicidad, esta disposición, conocida como pregnancia, parece manifestarse también en experiencias cognitivas superiores, como por ejemplo, los discursos ético y político.

Existiría, desde ese punto de vista, cierta disposición a acoger de mejor grado un discurso que nos presente al mundo o a la sociedad como algo ordenado, causado, sujeto a reglas firmes y determinado que como algo incierto, poco constante y regido por leyes inestables, derrotables y cargadas de excepciones.

Esto explicaría el porqué de la fascinación por los discursos éticos y políticos axiomatizados, esto es, por la secular pretensión de construir una ética more geometrico demostranda.

Esa misma predisposición a preferir un mundo ordenado y regular, nos lleva a preferir los discursos políticos apodícticos y plagados de dogmas y afirmaciones incontestables a aquellos matizados, relativos, cargados de excepciones o reglas de corto alcance.

S. Ergel (encontré la referencia en el libro Biología del comportamiento humano de I. Eibl-Eibesfeldt, p.62 y ss.) ha estudiado diversos discursos y programas políticos clasificándolos en función de su Coeficiente de Dogmatismo, esto es, en función de su disposición al uso de expresiones como “todos, siempre, totalmente, únicamente, sólo, tener que, deber de, imposible, determinante…” en lugar de otras como “algunos, unos pocos, de vez en cuando, posiblemente, entre otras cosas, en función de las circunstancias, está permitido, no tener que…” y así hasta unas 400 expresiones.

El resultado de aplicar el índice a programas políticos arroja resultados curiosos. El grado de dogmatismo de los discursos (¡¡y por tanto su capacidad para generar entre nosotros algún tipo de atracción innata!!) es, de mayor a menor, más o menos (traduciendo el espectro político alemán al que iba referido el estudio) el siguiente: comunistas, nacionalsocialistas, nacionalistas, socialdemócratas, liberales y demócrata-cristianos.

Las conclusiones que las saque cada cual.

Yo extraigo sólo una: quizás el estudio nos resulte sugerente por las mismas razones que lo motivaron, es decir, por nuestra disposición a ordenar y a colocar a cada uno en su sitio.

Recordaba también unas palabras de Isaiah Berlin en su ensayo La persecución de un ideal. Es sabido que una de sus más importantes tesis éticas nos dice que la moral estaría formada, no por un principio supremo a partir del que sería posible siempre obtener una única respuesta correcta para todas nuestras inquietudes morales, sino por diversos valores o bienes inconmensurables entre sí y que constantemente nos ponen ante la necesidad de privilegiar a alguno de ellos y desplazar a los demás. De ahí se seguía una invitación a la prudencia a la hora de formular nuestros juicios éticos y una disposición al compromiso a la hora de coordinarnos políticamente con los demás. Es evidente que Berlin, de algún modo, nos invita a preferir la figura distorsionada e irregular a la nítida y perfecta. Parecía incluso intuir que es difícil vencer esa preferencia cuando añadía que “esto puede parecer una situación bastante insulsa, no es el tipo de propuesta por la que el joven idealista estaría dispuesto, en caso necesario, a luchar y sufrir en pro de una sociedad más justa y más noble”.

Actualiación nº1.- He incluído la imagen que me parece bastante expresiva de la idea inicial de este post.

martes, octubre 17, 2006

Falacias garantistas

Acaba de publicarse “Garantismo. Una discusión sobre el derecho y la democracia” de Luigi Ferrajoli, quien desde hace unos años es el autor de referencia entre los juristas de izquierdas de Italia, de España y también de muchos países latinoamericamos.

En esa obrita, Ferrajoli reitera muchas de sus más conocidas tesis. A algunas de ellas, ya me había referido aquí y aquí.

Incidiré de nuevo en la segunda, pero no para poner de manifiesto los aspectos sustantivos de la propuesta, sino para desenmascar el tipo de discurso, escasamente riguroso y más bien dado a la marrullería, con el que se pretende demostrar la procedencia y la bondad del establecimiento de una una renta básica para todos.

Advierte Ferrajoli, por ejemplo, que la renta básica aseguraría el mínimo vital en una época en la que “se ha roto de manera quizás irreversible el nexo entre supervivencia y trabajo”. No debemos de dejar pasar el hecho de que lo que se rompe un día estuvo entero; luego hay que concluir que el nexo entre trabajo y supervivencia estuvo un día compuesto y firme. Hay que seguir concluyendo que en otro tiempo, en estos países que hoy habitamos, el trabajo garantizaba holgadamente la supervivencia. Al parecer hubo un tiempo en el que la Tierra era un bucólico vergel en el que “los trabajadores vegetaban en una existencia relativamente confortable, llevando una vida limpia y pacífica”, en la que los hombres “no necesitaban trabajar en exceso. No hacían más de lo que habían decidido hacer y, sin embargo, ganaban lo necesario. Disponían de tiempo libre para el saludable trabajo en su jardín o su huerto (…) y podían participar en los juegos y diversiones de sus vecinos” (el entrecomillado es de Engels y lo tomo del libro El capitalismo y los historiadores, de Hayek y otros, págs.40-41)

Todo esa abundancia y dicha debieron de quedar destruidas por el atroz industrialismo.

En cuanto al componente fraternal de estos modelos de sociedad, que llevaba a los vecinos a jugar juntos al cricket sin considerar factores como su estamento, su casta ni ninguna otra circunstancia política o social indicativa de algún género de servidumbre, debió de ser barrido por las revoluciones liberales y democráticas de los siglos XVIII y XIX que, como es sabido, elevaron las cotas de la sumisión y la esclavitud a cotas desconocidas hasta ese momento en la historia.

No creo que todas las estadísticas habidas y por haber referidas a aumento de la esperanza de vida, precio de los productos alimenticios básicos, a la cantidad de calorías o los gramos diarios de proteínas ingeridas etcétera sean suficientes para desterrar el mito histórico de que cualquier tiempo preindustrial o cualquier mundo alternatindustrial es mejor, así que prescindiré de intentarlo.

Sigue afirmando nuestro benéfico jurista que el establecimiento de una renta básica no lastraría de ningún modo la capacidad de los países pobres para desarrollarse, Antes al contrario nos informa de que “el desarrollo económico en los países ricos no habría sido posible si no se hubiera logrado la garantía de los mínimos vitales”. ¡Y yo que pensaba que era al revés! ¡Que el desarrollo económico había posibilitado la garantía de los mínimos vitales y no al contrario! Yo creía que es el crecimiento económico lo que ha hecho posible que nuestras necesidades estén satisfechas. Pero parece ser que no y que para lograr la satisfacción de las necesidades no necesitamos producir carne o leche, sino simplemente una constitución que diga que tenemos derecho a comer carne y a beber leche. Entonces, las vacas, sabedoras del irresistible poder vinculante de la constitución, se ordeñanarán y despiezarán solas e incluso, si contamos con una buena corte de jueces y juristas garantistas y progresistas que velen por la pureza del texto constitucional, es posible que incluso nos sirvan la mesa (las vacas, que los juristas no están para tales menesteres).

Quizás si nuestro avezado jurista tuviese ocasión de llevar a la práctica sus recetas tuviéramos la ocasión de comprobar que las cosas no son como él imagina. Quizás, si la población de un país pusiera su destino en sus manos y le permitiese ensayar su doctrina político-constitucional, él mismo se desengañaría. ¿Quizás o quizás no?

lunes, octubre 16, 2006

Presos cubanos, cubanos presos y Manuel Fraga en la UGR

A partir de unos carteles vistos en diversas facultades de la Universidad de Granada, he tenido conocimiento de la existencia de cinco cubanos, acusados de espionaje, presos en EEUU. El asunto ha motivado la solidaridad de diversos profesores de esta universidad que celebrarán un acto reclamando la liberación de los encarcelados. Desconozco los detalles del caso judicial, si ha habido irregularidades procesales o alguna peculiaridad que lo haga distinto a los demás y, por tanto, objeto de sospecha. Por ese motivo, evitaré cualquier pronunciamiento sobre el fondo del asunto.

Sin embargo, me inquieta tanta solidaridad con cinco presos cubanos en EEUU y tan poca con los presos políticos en las cárceles cubanas o con los millones de cubanos que viven presos de un régimen dictatorial en su propia tierra.

Mientras escribía la nota, por cierto, me he enterado, a partir de una crónica de primera mano, de que Manuel Fraga ha tenido que interrumpir una conferencia que leía en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UGR esta misma mañana. Un grupo de alumnos impidió el acto que hubo de trasladarse a otra sala de aforo más reducido. Decir que siento vergüenza, tanto más en tanto que formo parte precisamente de esa comunidad universitaria, es decir poco.

De una cosa estoy seguro, el acto de los profesores de la UGR en solidaridad con los cubanos acusados de espionaje no será reventado.

Con el paso de los años...

“Growing older, I have lost the need to be political, which means... the need to be left. I am driven to grudging toleration of the Conservative Party because it is the party of non-politics, of resistance to politics.”

La cita es de Kingsley Amis, padre de Martin Amis, que ya ha sido referido aquí en diversas ocasiones.

Actualización 1.- Me permito complementar la cita anterior con otra, no menos sugerente, de uno de mis pensadores favoritos, Michael Oakeshott: "I am a member of no political party. I vote -if I have to vote- for the party wich is likely to do the least harm. To that extent, I am a Tory"

sábado, julio 29, 2006

Renta básica

Por motivos laborales difícilmente excusables, me estoy viendo en la obligación de afrontar la lectura de ciertos escritos que algunos no dudarían en calificar de panfletarios, pero que se presentan con cierta vitola académica. Son textos tan empedrados de buenismo que diríase que son el mismísimo camino al infierno y que a mí particularmente amenazan con amargarme las vacaciones.

Hoy tocaba el derecho a la renta básica de todo aquel “que habita dentro de un terminado territorio por el mero hecho de haber nacido o de esta en él” (Miguel Carbonell). La renta básica es, ni más ni menos, que “un ingreso pagado por el Estado a cada miembros de pleno derecho de la sociedad, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva” (Daniel Raventós).

Salta a la vista que las ventajas de la renta básica son innumerables. Para los que no quieren ver:

1. Es, al parecer, más barata que las políticas sociales al uso, en las que hay que acreditar que no se alcanzan ciertos umbrales de renta y tal. La burocracia ya no tendría que validar la condición de pobreza de los aspirantes a la prestación, sino limitarse a girar mensualmente la cantidad oportuna a todos los censados.

2. La renta básica se da a todos, con lo que evita que aquellos que aspiran a una prestación, al solicitarla, pongan en evidencia su condición de pobres y “sobra decir lo lacerantes que pueden ser para una persona dichas etiquetas” (Carbonell de nuevo). Nadie tendrá entonces que avergonzarse de su condición de becario pues todos los seremos.

Lástima que no todo sean ventajas. Que nadie piense, sin embargo, que establecida la renta básica, quedaría resuelta la cuestión social o que entonces veríamos a los llamados progresistas retirarse a sus cuarteles de invierno para dedicarse a otras cuestiones. No nos libraremos de la progresía tan fácilmente (yo por mi parte creo incluso que estaría dispuesto a trabajar más para sufragar la renta básica, si me aseguraran que así se iban a callar de una vez y para siempre todos estos clérigos sociales). Pero no será así porque la renta básica es sólo el mecanismo para una garantía mínima de la subsistencia, pero no soluciona el problema de otras necesidades que tendrían que ser cubiertas con las oportunas medidas sociales. Dicen que el capitalismo convierte los deseos en necesidades, pero yo estoy convencido de que esa curiosa operación es más bien responsabilidad de sus críticos, expertos en convertir deseos en derechos. Y es que ellos, mejor que nadie, saben que para mantener abierto el chiringuito del Estado social y mantener ocupados a sus (bien remunerados) gestores sólo hay que convencer al personal de que el “deseo de tener lo que otros tienen” es realmente el “derecho a tener lo que otros tienen” aunque sea, que sé yo, el derecho a llevar un IWC en la muñeca, a conducir un Ferrari o a usar Vega Sicilia para hacer el tinto de verano.

Pero volvamos al tema de la renta básica, pues para darse cuenta de lo descabellado de la propuesta no hay que ser economista ni tan siquiera experto en cuestiones económicas. Basta con tener un poco de sentido común. Por ejemplo, todavía estoy intentando entender por qué aquellos que han cubierto ya sus necesidades básicas con su propio esfuerzo, sin necesidad de que sean millonarios, rentistas o hacendados, tienen derecho a la renta básica, es decir, al aseguramiento de ese mínimo de subsistencia ya cubierto. Claro que puestos a no entender, alguien podría explicarme por qué quien trabaja para satisfacer sus necesidades y eventualmente también sus deseos, se ha de ver en la obligación inexcusable de proveer a las de quienes no quieren trabajar o a la de quienes son manifiestamente millonarios.

Ahhh, perdón, que no había reparado, que nadie se inquiete porque la renta básica no la paga nadie, sino que la paga el Estado. ¿Cómo podría alguien oponerse entonces? Se obvia, y mira que es obvio, que el Estado pagaría la renta básica con el dinero de los contribuyentes, es decir, que el Estado no paga nada, sino que se limita cobrar impuestos y transferir parte de ese dinero a otros o lo que es lo mismo, a obligar a trabajar a unos al servicio de otros. Claro que esto bien podría solucionarse si los impuestos los pagara el Estado, lo que parece no por ser imposible, se mire por donde se mire, deja de ser el sueño de tantos y tantos de los llamados progresistas.

Quedaría por saber si esto de la renta básica es asumible y tal. Y claro, seguro que algún malvado economista llega y nos dice que no, con lo que antepone la economía al a ética, ¡Qué malo pero qué malo es! ¡Avergonzarse debería por preocuparse por los equilibrios macroeconómicos cuando la gente muere de hambre no lejos de aquí! Claro, que tampoco parece razonable que una situación de indudable emergencia, como son las hambrunas en ciertos países, nos obligue a tomar como medida precisamente aquella que nos condene a nosotros también al hambre y la privación. No creo que sea eso lo que quiere el progre ¿o sí? ¿o habla pero no tiene ni idea ni le importa?

En fin, un análisis que sólo debería causar hilaridad de no ser porque seguro que suscita el interés de más de un político esclarecido, cuando no iluminado, y porque seguro, pero que seguro, que pronto, si no ya, lo veremos en algún programa de más de un partido político. Si no, al tiempo.

miércoles, julio 12, 2006

Comunicado del Foro de Ermua:

12 de Julio de 2006. La fecha de hoy debe servir para hacer valer más que nunca la cultura de la rebelión cívica de Ermua. Lo que fue realmente revolucionario, y lo sigue siendo hoy, no es la infamia de las fotos de Patxi López con Otegui, ni las de Gemma Zabaleta con Jone Goiricelaia, sino las fotos de miembros del PP y el PSOE unidos en aquellos días de julio de 1997 que hoy recordamos. Ésa es la cultura de Ermua: la cultura de los demócratas unidos contra ETA y el nacionalismo totalitario.

Estamos aquí para que ETA no amortice, y el Gobierno no llene de sentido, los cuarenta años de terrorismo. Estamos aquí para hacer valer el sacrificio por nuestra democracia de las víctimas, el de Miguel Ángel Blanco y el de todas las demás. Estamos aquí para subrayar la importancia de aquellos días de Ermua y su vigencia actual. A eso le tenemos que dar sentido. Rendirse supone hacer inútil el sacrificio de Miguel Blanco y de todos los demás asesinados, mutilados, extorsionados o desterrados.

Hay que decirlo bien claro y alto: en Euskadi no estamos mejor con el llamado “alto el fuego”. No estamos mejor siendo mirados con odio. No estamos mejor con miedo a hablar en cualquier parte por las posibles represalias laborales, sociales, etc. No estamos mejor viendo al mundo nacionalista crecido, viendo pletórico a Otegui y legitimada su ideología criminal. No estamos mejor porque se nos perdone la vida durante un breve espacio de tiempo, que nos da el verdugo para que “recapacitemos sobre lo beneficioso que sería ceder” al chantaje. No estamos mejor con este tiempo que se ha abierto que es el de la paz del amenazado, buscando reunir la cantidad para pagar al chantajista. Se ha abierto el tiempo de “la paz tutelada por ETA”.

No estamos mejor en Euskadi porque antes quien nos miraba con odio y nos desafiaba sabía que actuaba mal o que tenía a una sociedad en contra. Ahora esa línea moral se ha borrado. Ahora el Gobierno, con los partidos y medios que le apoyan, le están diciendo al energúmeno que tiene razón, que la víctima y el no nacionalista es el malo, el que pone palos a las ruedas de la paz, el inmovilista, el reaccionario, el alarmista, el facha. Estaremos bien cuando ETA y su ideología y sus valores totalitarios sean derrotados. Estaremos bien cuando el PSOE y el PP, los demócratas, sean capaces de unirse por lo menos como hicieron en Ermua hace nueve años.

El Foro Ermua en este noveno aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, desde diversas ciudades españolas, denuncia el proceso de claudicación y cesión ante la banda terrorista ETA anunciada el pasado viernes 30 de junio por el Presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero y que supone el inicio de un “largo, duro y difícil” camino hacia la ruptura de España como nación. Ceder ante las pretensiones de ETA-Batasuna, como proclama el Gobierno del Sr. Rodriguez Zapatero, implica legitimar los asesinatos y la extorsión de los asesinos y la negación de las víctimas, que han sido precisamente quienes lo han dado todo en defensa de nuestra democracia y libertades públicas.

“Rendición, en mi nombre NO”, expresa rotundamente nuestra oposición a la pretensión “de alcanzar la paz” a costa de la libertad y de la justicia. El supuesto proceso de paz emprendido por el Gobierno es un proceso de cesión ante ETA, de traición a las víctimas y al conjunto de la democracia por lo que implica de indignidad, inmoralidad y de debilitamiento de nuestro Estado de derecho ante los totalitarios que desean acabar con nuestra democracia.

martes, julio 11, 2006

Cuando los muertos despertemos

Ha caído en mis manos un tríptico que anuncia un coloquio internacional denominado “Memorial democrático. Políticas públicas de memoria”, organizado por la Generalidad catalana y a celebrarse en Barcelona el próximo mes de octubre.
El texto de presentación está plagado de afirmaciones inquietantes, como por ejemplo la afirmación de que el acceso a la memoria es un derecho civil que la Administración tiene el deber de satisfacer.
Resuenan en mi cabeza los ecos de aquella orwelliana policía del pensamiento y por más que intento ser bienpensante y bienintencionado no logro sacudírmelos ni logro evitar pensar que la Administración usará todo su poder para mantener viva o para borrar definitivamente según qué memoria.
Y si no, al programa del coloquio me remito. En él se encuentran rememorantes referencias tanto a las víctimas del franquismo como a la Shoa o las víctimas del 11 M.
Sin embargo, parece que los organizadores han olvidado algo.
Han olvidado a los millones de muertos causados por la más criminal ideología que conoce la historia: el comunismo.
No soy dado a cuantificaciones, pero el Consejo de Europa, cifra en 92.350.000 los muertos por los regímenes comunistas. Lo digo en letra, por si alguien cree haber leído mal: noventa y dos millones trescientos cincuenta mil muertos.
De estos muertos nadie se acuerda y, en particular, no se acuerdan las administraciones organizadoras del coloquio.
Quién sabe si de este modo los organizadores creen cumplir con su inconfesable cometido: el de perfilar selectivamente nuestra propia memoria.
“Cuando los muertos despertemos” es el título del último capítulo de Koba el Temible, el libro de Martin Amis que comentaba en mi post anterior y efectivamente los muertos del comunismo aún esperan despertar en nuestra memoria.
Tampoco las víctimas del terrorismo etarra (en cierto modo, también víctimas de una deriva de la ideología comunista) parecen ser dignas de recuerdo por la Generalidad catalana, con lo que llego a la conclusión de que la Administración ha decidido que han de ser borradas de nuestro recuerdo.
Sin embargo, a todos ellos, a los olvidados por la Generalidad catalana, a su recuerdo, a su memoria, dedico estos versos que también se leen en el libro de Amis:

No envejecerán como nosotros, los que quedamos:
no les pesará la edad ni les condenarán los años.
Al ponerse el sol y por la mañana
nos acordaremos de ellos.

viernes, junio 30, 2006

Martin Amis: Koba el Temible

Acabo de terminar la lectura de "Koba el Temible" de Martin Amis. El libro vuelve sobre unos de los episodios más terribles de nuestra historia: el estalinismo. Pero de manera singular, incide en uno de los aspectos más vergonzantes de esta etapa: la complacencia y complicidad de los intelectuales de izquierdas occidentales con el comunismo y sus crímenes.

No es nuevo, ni por desgracia superado, ya el gran Revel diseccionó magistralmente este tema en “La Gran Mascarada”.

El libro de Amis es tan recomendable como el de Revel. Se inicia de modo espectacular, recordando las palabras de Robert Conquest, sovietólogo y antisoviético, quien se refiere a la colectivización de la tierra en la URSS, en su libro "The Harvest of Sorrow", diciendo que hubo veinte muertos por cada letra del libro: ¡el libro tiene 411 páginas!

El broche de los capítulos final, cartas reales y supuestas, es también estremecedor: Martin Amis se asombra de la risa complaciente de quienes oyen de otro afirmar que fue o que es comunista (¿nos sonreiríamos si afirmara que fue nazi o fascista?) y se pregunta reiteradamente el porqué de esa fascinación, especialmente, cuando se vio el inmenso reguero de crímenes a que dio lugar.

Sólo “el demonio del bien”, tal y como reza el nombre de este blog, esto es, la fascinación de los hombres por construir la sociedad perfecta y por imponerla a los demás, lo explican.

En palabras de Kignsley Amis, padre de Martin:

“No podemos decidir que haya fraternidad; si empezamos por imponerla, al cabo de muy poco tiempo veremos que estamos imponiendo algo muy distinto y mucho peor que la simple falta de fraternidad”

En fin, una lectura fresca y, por tanto, recomendable para el verano.

(Por cierto, esta nota equivale a 29.580 muertos en la Unión Soviética)

sábado, junio 10, 2006

Lógica nacional

Nil novo sul sole: La historia de la humanidad quizás no responda a leyes inexorables y arrolladoras, pero sí hay ciertas pautas que se repiten de modo recurrente.
La experiencia y la misma lógica nos dice que después de la proclamación de Cataluña como nación, viene el establecimiento de un catálogo de derechos propios de los nacionales del que quedan excluídos los no nacionales. Ya conocemos el primero: para ser presidente de la Generalidad hay que ser nacional catalán. Dicho de otro modo, ya no es verdad lo que establece el artículo 23 de la Constitución que reconoce a todos el derecho de sufragio activo y pasivo. Ahora, el derecho de sufragio de pasivo, en Cataluña, está reservado a una categoría específica de individuos y otros que antes, cuando la ley era común, lo tenían, ya no lo tienen.
Esa es la lógica y no creo que éste sea el único ejemplo que veamos en los próximos meses. Si no, al tiempo.
¡Cuánto han cambiado las cosas desde que el abate Sieyes dijera en 1789 aquello de "una ley común y una representación común, eso es lo que constituye una nación"! No sólo porque ahora el concepto de nación se concibe casi exclusivamente en clave cultural, lingüística e incluso étnica, sino también porque cuando Sieyes escribió aquellas palabras era para subrayar que no están justificados estamentos, fueros o privilegios y que todos deberíamos ser iguales ante la ley e iguales en derechos. Hoy, sin embargo, se utiliza justo para lo contrario: para marcar las diferencias y reclamar un estatuto jurídico diferenciado, particularizado, distinto de la ley común que es la única que puede garantizar nuestra la igual libertad de todos.

martes, mayo 30, 2006

Debate sobre el estado de la Nación

Según el DRAE:
Nación: (Del lat. natĭo, -ōnis).
1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.

Según mi diccionario favorito, el del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos:
Nación: f 1. Grupo humano que, asentado sobre un territorio definido y con una autoridad soberana, constituye una unidad política.

Según Mariano Rajoy, hoy, dando de nuevo lecciones de teoría política:
"Mientras los españoles no decidan cambiar las cosas —y todavía no han decidido cambiarlas-, lo que cuenta es que España no es una nación de naciones, ni de realidades nacionales, ni de culturas ni de territorios. España es una nación de ciudadanos. Lo repito: España es una nación de ciudadanos, es decir, de voluntades individuales. Solamente votan los ciudadanos. Solamente participan y definen el proyecto común de convivencia los ciudadanos. Ni las tierras ni las comunidades ni las lenguas ni las historias particulares: los ciudadanos y punto."

El discurso íntegro, para encuadernar junto a los anteriores, aquí.

lunes, mayo 01, 2006

Jean François Revel: 1924-2006

Ha muerto Jean François Revel, un extraordinario polemista, un opinador sagaz, un agudo analista de la política, un pensador libre.
Revel es también el autor de la cita que encabeza esta bitácora.
El mejor homenaje que tributarle sería la lectura de alguno de sus libros. Me atrevo a recomendar los dos que yo he leído: La obsesión antiamericana, sobre la demonización propiciatoria de los Estados Unidos entre los europeos y La gran mascarada, sobre la pervivencia de la utopía comunista en el pensamiento político de la izquierda.
Vale la pena visitar también http://chezrevel.net/
Descanse en paz.

jueves, abril 20, 2006

La España constitucional como disposición transitoria

Interesante el artículo que publican en La Gaceta de los Negocios los miembros de la Fundación Diálogos bajo el pseudónimo de "Jaume Dans".
Algunas ideas:

"Parece como si las elites autonómicas, so pretexto de reformar los Estatutos de Autonomía en el seno de un Estado constitucional de base nacional unitaria, aunque muy descentralizado, hubieran emprendido en la práctica su destrucción. Para ello nada mejor que falsificar la historia, siguiendo el ejemplo del Estatuto de Cataluña, invocando pretendidas “realidades nacionales” allí donde, en el mejor de los casos, no hay sino antiguas demarcaciones históricas, como los reinos de Andalucía —Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada—, carentes de consideración como entidades políticas diferenciadas en el entramado de la antigua Corona de Castilla y León, a la que pertenecieron."

"En cualquier futura reforma constitucional es previsible que desaparezca la actual redacción del artículo 2, bien por haber sido superada por las nuevas “realidades nacionales” que compondrán el “Estado plurinacional”, como quieren los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos, andaluces y canarios, consecuentemente con sus postulados, bien por no responder a la auténtica realidad de la formación histórica del Estado nacional español, como postularán con seguridad los defensores de éste. En cualquier caso, no se sostiene ya la pretensión de que este precepto pueda servir de punto de encuentro y dar simultáneamente satisfacción a los partidarios de la unidad de la nación española y a los que desean incrementar el poder hasta aquí autonómico a costa de las funciones constitucionales del Estado nacional español y de la afirmación de la legitimidad histórica y política de su soberanía. No serán, en definitiva, compatibles, dentro de la misma Constitución, la proclamación de la supremacía del pueblo español, concebido como el conjunto de los ciudadanos españoles, y la atribución de la condición de “realidades nacionales” a las que hasta ahora han sido Comunidades Autónomas, como demoi históricos, culturales y políticos distintos que tenderán inevitablemente a reclamar potestades soberanas en orden a la determinación de su destino.


Como ya señaló Ortega en el debate del Estatuto catalán en 1932, la federación de Estados se plantea para conseguir una unidad estatal superior a todos ellos, el Estado federal, pero España no se ha constituido históricamente como una federación de antiguos Estados, a los que atribuir ninguna soberanía originaria. La unión de las Coronas de Castilla y León y de Aragón, y de los distintos reinos y territorios integrados en ellas, incluyendo el reino de Navarra, fue, en la terminología clásica de la Teoría del Estado, una “unión real”, indivisible por tanto. La primera proclamación de la soberanía nacional, en la Constitución de 1812, significó la “nacionalización” de la soberanía del Rey, no su parcelación entre los antiguos cuerpos políticos territoriales que formaron la Monarquía de España. Ni éstos eran entonces “naciones” en sentido político, ni su pretensión actual de convertirse en tales dentro de un mismo Estado, que de “nacional” se transformará progresivamente en “plurinacional”, logrará otra cosa que minar la legitimidad y destruir la funcionalidad de éste. Y es una lamentable metáfora de esta situación que sea precisamente el Parlamento de Andalucía, en la estela del de Cataluña y en sentido opuesto a la proclamación de las Cortes de Cádiz, quien contribuya decisivamente a la generalización del proceso por el que España, como Estado nacional, pasará a ser lo que Pasqual Maragall dijo del Título VIII de la Constitución: “una Disposición transitoria”."

jueves, marzo 09, 2006

Los nazis adoran al Che Guevara

No somos pocos los que creíamos predicar en el desierto al poner de manifiesto las similitudes y paralelismos entre el nazismo y el comunismo. Bastaría con decir que ambas son ideologías totalitarias, holgaría afirmar que ambas odian al individuo y que lo sacrifican en función de objetivos colectivos, que ambas son dogmáticas y que desprecian la pluralidad, la discrepancia, la autonomía, la libre iniciativa, moral o económica. En fin...

Parece que, al fin, alguien ha tomado nota de nuestras palabras. Lástima que hayan sido los neonazis alemanes que han terminado adoptando símbolos y eslóganes muy queridos por la izquierda filocomunista, como, por ejemplo, la efigie del Che, los pañuelos palestinos, la bandera de Iraq, las barbas de chivo o las consignas antiglobalización.

Más información aquí.

viernes, febrero 24, 2006

Conspiraciones y utopías

No sólo contiene una de las mejores descripciones del progre que recuerdo y de la que di cuenta en el post anterior; además, la lectura de "Menos utopía y más libertad" de Juan Antonio Rivera nos deja también perlas como la que sigue:

“Lejos de ver el orden social como, en lo fundamental, un subproducto colectivo, los racionalistas lo han considerado también (atrapados por la misma falacia del diseño) como un orden construido deliberadamente por hombres y que puede, si se considera deficiente o injusto, ser echado abajo y reconstruido de nuevo para así satisfacer elevadas apetencias morales.

Esta visión constructivista de la sociedad conduce el conspiracionismo en relación con el orden social realmente existente (tenido por moralmente insatisfactorio) y al utopismo en relación con el orden social que debiera reemplazarlo. Para el conspiracionista, la estructura de la vida colectiva que observamos ha sido urdida en la sombra por seres humanos tan aviesos como inteligentes para sacar partido personal de ella, aun si de ese modo se perjudica al resto; nada de cuanto acontece es inocente para una mente conspirativa: hay una activa mano negra que mueve entre bambalinas los hilos de la trama y se beneficia de los actos que los pobres incautos que formamos la masa social creemos haber hecho de manera libre y sin instigación externa alguna. Para el pensador utópico, por su parte, el edificio social que tenemos a la vista tiene una arquitectura defectuosa, hiere tanto la sensibilidad ética como la estética, y existe la obligación moral de derruirlo hasta la última piedra para levantar luego en el solar despejado una nueva construcción que haga felices a cuantos vivan bajo ella.

Resulta difícil desprenderse del conspiracionismo y del utopismo una vez que uno los ha contraído: el conspiracionismo hace sentir inteligente a quien lo profesa, le hace suponer que está al corriente de una confabulación oculta que pasa inadvertida a la mayoría; el utopismo, por su parte, hace sentir bueno a quien lo hace suyo, le presenta a sus propios ojos como alguien desprendido y entregado a elevadas causas de emancipación colectiva, lejos de los mezquinos intereses egoístas que mueven a la mayor parte del género humano. Es humanamente difícil sustraerse a tan sutiles y potentes halagos. Ambos, conspiracionismo y utopismo, son manifestaciones de intelectualismo político: quienes los defienden creen que hay ideas conscientes y deliberadas que sostienen el orden social, tato el real que vemos como el ideal que debiera sustituirlo”.

viernes, febrero 10, 2006

Rasgos del ser progre

Ni la vida en otro planeta, ni las caras de Bélmez: el mayor enigma que, desde hace muchos años, me atenaza es la estructura mental del progre, un misterio cuyos aspectos últimos se me escapan y cuyos rasgos más íntimos no logro desvelar.

Recientemente, por ejemplo, me he encontrado con dos buenos abordajes teóricos del asunto, desveladores en alguno de sus muchos sentidos, de la estructura psicológica del progre.

Uno de ellos está contenido en “Menos utopía y más libertad” de Juan Antonio Rivera, quien se califica a sí mismo como ex-progre. En la referida introducción, titulada “Cómo dejar de ser un progre”, Marina no sólo nos da cuenta de su trayectoria vital por las arcádicas ínsulas e ínfulas de la progresía, sino que además retrata admirablemente algunos de los estereotipos y rasgos más comunes del actual progre patrio. Este ser se caracterizaría fundamentalmente por su bisoñez, su cautiverio intelectual o su permanente búsqueda de protección, algo que adquiere cuando se siente uno más nadando en una misma dirección en medio de un inmenso banco de peces. Sin embargo, no siempre es cierto que todos los progres moren para siempre en la ingenuidad: algunos, retestinados por su propia progresía, toman pronto conciencia de que sale a cuenta ser progre y que mejor que vivir para las ideas, es vivir de las ideas. Resultan así dos subespecies: los progres limpios que viven en la candidez absoluta y los sucios que se saben internamente renegridos, de ahí que necesiten exhibir impúdicamente sus progresía. Ni que decir tiene que, sin embargo, nada les impide compatibilizar el puño alzado con el coche oficial o una desgastada cazadora de pana con el corte impecable de las chaquetas de Armani o con su preferencia por las coincidencias cromáticas estilo Miró en el cuadro superior.

Al margen de este tipo de descripciones, no por jocosas menos acertadas, es también posible encontrar el rastro de este espécimen y de su estructura mental en alguna que otra fuente bien diversa.

1. Por ejemplo, es sorprendente comprobar como muchas de las afirmaciones que en su día realizara Ortega y Gasset en “La rebelión de las masas” a propósito de la estructura psicológica del hombre-masa son también fácilmente aplicables a los progres. Recordemos que según Ortega, el hombre-masa se caracteriza, en primer lugar, por “la impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas”. El hombre-masa cree que la civilización está ahí, que se sostiene por sí misma y que a él le corresponde aprovecharse de todos sus frutos sin comprometerse ni preocuparse por sostener la civilización en la que tan confortablemente habita.

Creo que no es necesario mostrar en qué medida el progre actual se ajusta milimétricamente a esta impresión del hombre-masa.

2. Ortega retrata también al hombre-masa como un ser primitivo: “lo civilizado es el mundo, pero su habitante no lo es: ni siquiera ve en él la civilización, sino que usa de ella como su fuese la naturaleza. El nuevo hombre desea el automóvil y gozar de él; pero cree que es fruta espontánea de un árbol endémico. En el fondo de su alma, desconoce el carácter artificial, casi inverosímil, de la civilización y no alargará su entusiasmo por los aparatos hasta los principios que los hacen posibles”.

El primitivismo característico del hombre-masa resulta también extraordinariamente aplicable a uno de los especimenes en que ha transmutado el progre de siempre en la actualidad: el ecologista. El progre ecologista es efectivamente un ser resentido con todo lo que suene a moderno y oculta su primitivismo tras indisimulados llamamientos a lo auténtico, lo tradicional, lo natural o lo genuino.

3. Es también frecuente, y desde luego no injusto, acusar a planteamientos como los antedichos y también a sus sostenedores de privilegiados. Y al parecer ya lo era el hombre-masa ortegiano que es calificado como “niño mimado” o “señorito satisfecho”.

Y es que nadie duda hoy de que progresismo o ecologismo son subproductos del desarrollo económico y de la abundancia característica de las economías de mercado y de las sociedades liberales. Los progres apesebrados no aparecen en el Tercer Mundo. Los progres están bien preocupados por los países pobres y por sus gentes miserables, pero en el confort que proporciona la distancia. Es más fácil y más cómodo quedarse aquí, sin renunciar a un ápice del consumo y abundancia que el modelo económico que tanto denuestan provee. Si acaso, para aliviar la conciencia, en menor medida, y, sobre todo, para ufanarse ante su propio público, habrá que participar de vez en cuando en algún acto simbólico de exaltación del progresismo. Es el caso de los tan patrocinados y luego cacareados viajes de turismo revolucionario, los festivales y maratones solidarios o las frecuentes incursiones a la tienda de comercio justo del barrio donde es posible adquirir a un precio siempre asequible a sus ingresos alguna suculenta delicatesen. Ahí se agota su compromiso; ahí y en el injustificable desprecio que exhiben hacia quien pensando como ellos, sí que fue consecuente y decidió entregarse en cuerpo y alma a los más necesitados en alguna remota misión más allá de las fuentes del Nilo.

4. Un último rasgo que Ortega imputa al hombre-masa es su autocomplacencia consigo mismo: el hombre-masa se afirma a sí mismo tal cual es y da por bueno y completo su haber moral e intelectual. El hombre-masa se cierra a toda instancia exterior, no escucha, no pone en tela de juicio sus propias convicciones ni tampoco considera que existan certezas ni principios más allá de los propios. Por este motivo, no duda en ningún momento en ejercer su dominio y actuar como si sólo él y los suyos existiesen, imponiendo en todo su vulgar opinión “sin miramientos, ni contemplaciones, trámites ni reservas, es decir, según un régimen de ‘acción directa’”.

Creo que no se puede expresar mejor la sensación con la que se termina después de departir con algún progre, esto es, la sensación de que hemos hablado con alguien cerrado a cualquier innovación intelectual o crítica, deliberadamente inexpugnable, afectado de un profundo complejo de superioridad moral e intelectual, que se expresa con vehemencia, en algunos casos incluso con violencia y que termina agotando al conversador más avezado que, con suerte, dará por concluida la partida en tablas.

miércoles, febrero 08, 2006

"Tu libertad acaba donde empieza mi desigualdad"

...visto en un muro, esta mañana, en una calle de Granada.

Se admiten propuestas de equivalencias.

Aquí va la mía: puesto que la desigualdad material depende, entre otros factores, de actos propios, soy yo mismo quien decide donde empieza y acaba tu libertad; lo que es lo mismo: serás mi esclavo mientras yo disponga.

domingo, febrero 05, 2006

El cruzado danés

Impresionantes, entre tanto servilismo y tanta equidistancia, las declaraciones de Flemming Rose, redactor jefe del suplemento de cultura del diario danés "Jyllands-Posten" en el que se publicaron hace meses las viñetas de Mahoma.

El enlace es de pago, pero de la edición en papel quiero destacar lo siguiente:

Sobre los valores y la cultura occidentales, "Dinamarca debe defender los principios sobre los que se fundamenta nuestro modo de vida".

Sobre los Estados Unidos: "Nunca un país ha hecho tanto por la Humanidad y ha recibido tan poco agradecimiento".

Sobre el islamismo: "Veo en los islamistas algo que también veía en los bolcheviques. Un fanatismo, un dogmatismo y una disposición a monopolizar la verdad y a usar la violencia contra quienes no comparten su opinión".

Sobre las sociedades multiculturales: "Algunos musulmanes exigen un status especial que tome en consideración sus sentimientos religiosos. Es una postura incompatible con la democracia secular y la libertad de expresión, donde uno debe aceptar que puede ser objeto de burla, mofa y ridículo".

Sobre la supuesta ofensa a los sentimientos religiosos como justificación de la violencia islamista: "No es casual que en en las sociedades totalitarias se encarcele a la gente que hace bromas críticas sobre dictadores o los caricaturiza. Suele suceder alegándose que ofenden los sentimientos del pueblo".

viernes, enero 27, 2006

Condena a los crímenes del comunismo

He andado un poco despistado esta última semana y sólo hoy me he enterado de que el día 25 de enero, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa adoptó la Resolución 1481 (2006) sobre la Necesidad de una condena internacional de los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios.
El texto de la Resolución está aquí

Recomiendo vivamente la lectura del Doc.10765 que incluye una escalofriante descripción del modus operandi de estos regímenes así como una impactante estimación de sus víctimas. Para abrir boca:
- Unión Soviética: 20 millones de víctimas
- China: 65 millones
- Vietnam: 1 millón
- Corea del Norte: 2 millones
- Camboya: 2 millones
- Europa oriental: 1 millón
- América latina 150 000 personas
- África: 1,7 millones
- Afganistán: 1,5 millones

Tienes el texto completo de los dos documentos en español aquí.

jueves, enero 19, 2006

Sobre la condición servil

José de Maistre hizo observar una vez más que cuando Rousseau preguntaba por qué los hombres, que habían nacido libres, estaban, sin embargo, encadenados en todas partes, era igual que preguntar por qué las ovejas que habían nacido siendo carnívoras, comían hierba en todos los sitios. Igualmente, el radical ruso Alejandro Herzen hizo observar que la clasificación que hacemos de los seres en tipos zoológicos corresponde a las características y hábitos a los que se ve que están más frecuentemente asociados. Así, uno de los atributos que definen a los peces es la capacidad de éstos para vivir en el agua; de aquí que, a pesar de que existan peces voladores, no digamos que el volar sea la naturaleza o esencia de los peces en general, el ‘verdadero’ fin para el que fueron creados, ya que la mayoría de ellos no lo consiguen, ni manifiestan la más mínima tendencia a ello. Sin embargo, en el caso de los hombres, y sólo en los hombres, decimos que su naturaleza es querer la libertad, aunque de hecho sólo unos pocos la han buscado en la larga vida que tiene ya nuestra especie, mientras que la inmensa mayoría en casi todas la épocas han demostrado tener poco aprecio por ella y se han contentado con ser dirigidos por otros, queriendo ser bien gobernados por los que les proporcionasen comida, refugio y normas de vida suficientes, pero no gobernados por sí mismos. ¿Por qué debe ser el hombre –se preguntaba Herzen- el único que sea clasificado con arreglo a lo que han querido por sí mismas sólo unas pequeñas minorías en sitios muy contados y por lo que aún menos han luchado de manera activa?
(Isaiah Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad)

Más sobre la condición servil, especialmente sobre su relación con el Estado social y las políticas del bienestar en el ensayo “Las masas en la democracia representativa” de Michael Oakesshott contenido aquí

sábado, enero 14, 2006

Perplejidades

Ayer fui abordado en una calle de Granada por un sujeto que me ofrecía un periódico y una revista a cambio de 3 euros. Aunque el individuo no me inspiraba demasiada confianza y los papeles en cuestión eran de aspecto un poco panfletario y fancinero, supongo que la proximidad de la Delegación de Hacienda motivó mi complacencia con el asaltante y el saqueo.

Mi interés se acrecentó, sin embargo, al echar un vistazo a un fotomontaje que figuraba en la portada del periódico en el que se trazaba un paralelismo entre el encarcelamiento, en 1977, de Boadella a manos de un consejo de guerra franquista y las “agresiones ‘nazi-borrokas’ en Cataluña contra los actos del Manifest. Pluralidad sí, unidad también. Por la libertad”.

Reproduzco por su interés algún que otro pasaje del editorial que encontré a continuación:

“En Cataluña, la complicidad con que el tripartido catalán, presidido por Pascual Maragall, y los medios afines tratan las actuaciones totalitarias, fascistas, de los nuevos ‘camisas pardas’ tampoco está en el terreno de la discusión de los términos del Estatut. Los ataques a los medios de comunicación, el acoso a periodistas, intelectuales y políticos con la intención de acallar y aislar a los disidentes del nacionalismo excluyente, la inoculación desde medios públicos del rechazo a cualquier referencia a España, incluida una política lingüística totalitaria que penaliza a quien no utiliza la lengua que impone el poder político, la agresiones de carácter ‘naziborroka’, como la intentona de reventar el acto, al más puro estilo de los Guerrilleros de cristo Rey franquistas o los ‘camisas pardas’ de la Alemania nazi, el acto de presentación den Girona del Manifest de Ciudadanos de Cataluña, encabezado por un grupo de valientes intelectuales progresistas catalanes, con agresiones a Albert Boadella, pone de manifiesto que se están traspasando los límites del debate para poner en peligro la convivencia y las libertades dando cobertura a la incubación de un totalitarismo que, como hemos visto en Euskadi, lleva en su sangre el nacionalismo étnico, insolidario y excluyente”

“Pero son Zapatero y el equipo que le secunda los principales responsables de esta situación, en su deriva, están traspasando las líneas rojas que permiten las tendencias más reaccionarias de naturaleza totalitaria que representan una amenaza para la convivencia y la libertad de dos nacionalidades especialmente sensibles de España: la reactivación del nazifascismo en Euskadi y la incubación de otro totalitarismo excluyente en Cataluña”

El periódico y la revista siguen expresándose en parecidos términos a propósito de asuntos como la poligamia, el seguidismo de Zapatero a Chirac, la negociación de los fondos europeos, la subida del gas y la electricidad, el incendio de Guadalajara, el 3% e incluyen extractos de artículos o entrevistas a Albert Boadella, Francesc de Carreras, Rosa Díez o Henri Kissinguer.

¿Interesados en la publicación? Podéis encontrar referencias del editor aquí. Sólo una pista, su logo incluye una estrella, una hoz y un martillo.

Gray sobre el nacionalismo

Muy recomendable me parece Las dos caras del liberalismo de John Gray*. El libro contiene una relectura del liberalismo político al uso. A juicio del autor, el liberalismo y la tolerancia liberal presentarían dos variantes: una, como doctrina de origen ilustrado y de corte racionalista, que aspiraría a construir un consenso universal (ubique, semper, ab omnibus) sobre los valores que definen lo bueno; otra, como doctrina que reconoce la condición irreductiblemente plural de los conceptos humanos del bien, el carácter inconmensurable de los valores y principios en que se concreta y que, en consecuencia, se contentaría, apenas, con diseñar instituciones que hagan posible la convivencia entre personas y grupos inspirados por distintas visiones de lo bueno, en lugar de pretender generalizar una única imagen de lo moralmente correcto.

Además de esta relectura, en el libro podemos encontrar numerosos pasajes de interés en los que el autor aborda temas de alcance, digamos en términos coloquiales, menos filosófico y más práctico. El problema de los nacionalismos es uno de ellos.

Entre sus consideraciones sobre este asunto hay dos me han sorprendido de un modo especial.

La primera es aquella en la que Gray afirma que el empuje y la pujanza de los nacionalismos en la Europa occidental habrían menguado a lo largo del siglo XX, después de un periodo de máximo vigor acaecido en el XIX. El motivo, a su juicio, sería la configuración de las sociedades europeas como sociedades plurales, consecuencia del incremento de la movilidad personal o de la información y de los procesos de integración económica y política. En este tipo de sociedades internamente plurales, las personas ya no se identifican exclusivamente con un único Estado-Nación ni tampoco con un grupo nacional que aspirase a la condición estatal. Un escocés habría podido fácilmente sentirse escocés a la par que británico y también europeo. En ese contexto, insiste el autor, las reivindicaciones y aspiraciones estatalistas de los movimientos nacionalistas habrían declinado naturalmente.

El argumento de Gray es cuestionable por diversos motivos. Puede, por ejemplo, entenderse referido a un momento presente o, por el contrario, a un tiempo ya superado. Afirmar, en España hoy, que los nacionalismos han perdido vigor en lo que a sus aspiraciones estatalistas es con toda seguridad incierto. Este tipo de reivindicaciones son en nuestro país hoy más vivas que nunca, si bien no habría que menospreciar el peso de factores locales en ese despertar nacional al haberse auspiciado y propiciado la aparición de castas políticas locales cuyo único oxígeno es el victimismo y la revancha.

Sin embargo, podemos dar por bueno el argumento de Gray y aplicarlo al resurgir planificado desde los gobiernos regionales de las aspiraciones nacionalistas en diversas zonas de nuestro país, para así desmontar la soflama zapateril de la España plural. Según el argumento de Gray, el éxito de cualquier proyecto nacionalista requiere la destrucción de la sociedad plural sobre la que aspira a desplegarse, es decir, la transformación de una sociedad en la que las identidades y lealtades se diversifican y solapan, por una sociedad identitariamente uniforme en la que sólo una lealtad, la lealtad a la nación que se promueve, es legítima. Así las cosas, el resurgir del nacionalismo en España no presupondría ni sería consecuencia de la pluralidad del país, como algunos se afanan en convencernos, sino, muy al contrario, de procesos de homogeneización, uniformización e inmersión culturales, lingüísticas e identitarias promovidos coactivamente desde instancias políticas regionales. Dicho con claridad: se es nacionalista y se será más nacionalista, si se es más homogéneo, y no porque se sea plural

La segunda consideración a la que quería referirme es la que vincula al nacionalismo con la guerra. Afirma Gray que uno de los factores que contribuyen al diseño de la identidad es la guerra. Históricamente, en un modelo de guerra entre Estados, habría sido natural la identificación personal con el propio Estado. Hoy esa identificación se diluye, se mezcla con otras identidades locales o globales. Y esa disolución sería efecto, ni más ni menos, que de la superación del modelo westfaliano de sociedad internacional y clausewitziano de guerra, a consecuencia de la aparición del armamento nuclear. Las guerras a gran escala entre Estados habrían quedado superadas a consecuencia de la generalización de este tipo de armamento y, por contra, habrían aparecido nuevas formas de guerra, guerras civiles, guerras de guerrillas, conflictos regionales más o menos difusos, desconocidos antes de la II Guerra Mundial, que habría sido la última guerra clásica. En definitiva, según este argumento, hoy nos identificamos menos con nuestro Estado o hacemos compatible esa identificación con otras concurrentes, porque las guerras ya no son entre Estados sino de un tipo distinto.

Reconozco que nunca me había planteado esa relación entre guerra e identidad y que tengo poca información sobre el tema (Gray se remite a esta referencia: Martin van Creveld, Future War, Londres, Brassey, 1991). Sin embargo, sí que me ha inspirado una reflexión a propósito del efecto identitario que podrían tener fenómenos sobre el choque de civilizaciones o la guerra global contra el terrorismo. De ser cierta la tesis que Gray presenta, cabría esperar un reforzamiento de nuestra identidad occidental a medida que vayamos tomando conciencia de la existencia de una guerra difusa declarada a Occidente. Sin embargo, claro está que ese mismo efecto podría generalizarse en el otro bando.

* No confundir con el otro John Gray, autor de los libros de autoayuda y de relaciones de pareja.