No sé qué es más reprochable: que un Doctor en Ciencias
Políticas, profesor universitario de Ciencia Política y de la Administración y
candidato al Congreso, cuando es requerido por un alumno (que se había referido
a los derechos civiles, la libertad individual y la ética) a recomendar una
obra de filosofía, aconseje (“por ser tú”)
leer la menos ética y política de las obras de Kant y además confunda su nombre
(¿Ética de la razón pura?) o que un Licenciado en Derecho que trabajó como
abogado y que también es candidato al Congreso afirme que sabe de la importancia
de Kant porque lo ha estudiado y que recomendaría cualquiera de sus obras
aunque también reconoce que él no ha leído ninguna.
¿Quién es consciente de los límites de su ignorancia?
¿Quién quizás los oculta e incluso miente al dar a entender
que ha leído la obra de Kant que recomienda?
5 comentarios:
Existía en tiempos un programa de ordenador llamado Kantinuous, que generaba aleatoriamente escritos en el estilo de Kant. Eran escritos totalmente vacíos de contenido, pero utilizaban las muletillas del filósofo.
En una Selectividad, en la que solía salir todos los años en el examen de Filosofía, yo le enseñé un texto de varias páginas así generado a varios de los profesores de Filosofía, diciendo que era un escrito nuevo que se había descubierto. Lo leían con sorpresa, pero ni uno solo se atrevió a decirme que aquello no tenía ningún sentido (estaba generado encadenando al azar las muletillas y la forma de construir sus oraciones), porque "sonaba" a Kant. Me temo que no gané muchos amigos cuando les conté la broma.
Si un Profesor de Filosofía (en realidad varios) es incapaz de detectar una impostura de ese tipo, seguramente quiere decir algo sobre los escritos auténticos de Kant.
Si lo interpreto correctamente, estoy de acuerdo con usted: Kant no es cultura popular precisamente. No creo que ninguno de los dos oradores hubiesen leído ni una de sus obras completa. Rivera lo reconoce honestamente. Iglesias lo oculta y se hace pasar por experto cuando, con seguridad, recomienda una obra inapropiada y mal citada. Ser experto es una cosa y repetir el mantra kantiano habitual (imperativo categórico, paz perpetua y poco más), es otra. Esto segundo me parece una impostura. Hacer aspavientos y burlarse, como hace el público cuando se dice "no he leído una obra concreta", es un ejercicio de soberbia. No creo que más del 1% de ellos lo haya hecho
No creo que nadie haya leído las obras completas de Kant, ni siquiera los estudiosos de su pensamiento que pueda haber hoy en día que habrán leído alguna obra o fragmento para su comentario comparativo posterior.
Por otra parte no me extraña que un texto vacío de sentido no haya sido identificado como tal por unos profesores de filosofía, vista la cantidad de textos de este tipo que se producen en ese ámbito.
Al margen de sus comentarios sobre los textos de Kant, es indudable que es un clásico de la historia del pensamiento. De otro lado, profesor allí solo había uno, aunque no de filosofía, pero sí de una disciplina próxima. Creo que un profesor así sí debería tener una nociones sobre la filosofía de Kant y de no confundir los títulos de sus obras. Como sugiero, me parece una carencia mayor que la de Rivera.
Vivimos en una sociedad en la que los exquisitos miran con desprecio a quien confiesa no haber leído el Ulises de Joyce, o peor aun, haberlo intentado y haberse aburrido como una ostra. En cambio, esos mismos no tienen ni idea de en que consiste la Mecánica Cuántica, que está en la base de los ordenadores o los lectores de DVD que emplean cotidianamente, o la Relatividad General, que permite sincronizar adecuadamente sus GPS's. O si no queremos citar temas tan "recientes" (un siglo estos días de la Relatividad General), el Electromagnetismo o la Termodinámica. Y sin embargo, se sienten incluso orgullosos de ello, diciendo "soy de Letras", al tiempo que desprecian a quien no ha leído a Kant o lo ha encontrado insoportablemente pedante, verboso y dado a veces a argumentos circulares, en los que la demostración de una hipótesis acaba basándose en la propia hipótesis. O su estribillo de "Es evidente que ..." que quiere decir que es lo que ÉL opina y nadie en su sano juicio puede dudarlo, con lo que se ahorra toda justificación de su afirmación.
En las Ciencias de la Naturaleza, cualquier hipótesis tiene que contrastarse con la experiencia, y si esta no la corrobora, queda descartada. En las disciplinas "de Letras", esto no es posible e impera solo el argumento de autoridad; "lo dice fulanito y vale ya".
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