1. Es una contradicción en los propios términos decir “bautizo” con el añadido de “laico” porque lo primero tiene un indudable ingrediente religioso- conceptual y lo segundo (“laico”) ha de carecer, por definición, de tal elemento confesional y religioso.
2. Se intenta no perder el significado social ya adquirido y consolidado en el imaginario colectivo de un bautizo, de modo que sin traumas ni merma, se reproduzca para el nuevo “status” social de la laicidad
3. Así las cosas veremos pronto “procesiones laicas” para que no se pierda el acervo socio-económico y turístico, tendremos “iglesia laicas”, “catedrales laicas”, “laicos yacentes”, “adoraciones y nacimientos laicos” etc.
4. En la operación intelectual de decir “bautizo laico” se percibe con nitidez un intento de apropiación semántica del término “bautizo” con una intencionalidad ideológica, tomando este término en su sentido peyorativo (distorsionar y ocultar la realidad). Se pretende así hacer que fluya el peso histórico-legitimador del ritual simbólico de una bautizo (cristiano) hacia un ritual profano (no sacralizado). Este laicismo es concebido, por tanto, como disfraz de demagogia que ambiciona los procesos de legitimación simbólica que proporciona el fenómeno religioso de masas a la estructuración social y política.
5. Conocida como es la adoración de los progres por la manipulación y el adoctrinamiento, en breve habrá que añadir a los medios de los que ya disfrutan con fruición (BOE, medios de comunicación públicos y privados, cátedras varias, etc.), el del púlpito en el contexto de la misa laica. Habrá que imaginar, por tanto, sacerdotes, arciprestes, canónigos, abades mitrados y obispos laicos, prestos al adoctrinamiento y seguidos de acólitos monaguillescos con campanillas o carracas. En suma, una iglesia jerárquica laica y progre.
Por cierto, ¡Felices Navidades Laicas!
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