jueves, diciembre 09, 2004

La izquierda, la ONU y el Estado mundial

Hace tiempo que ciertos juristas de izquierdas vienen propugnando la superación de la soberanía estatal al entender que los Estados nacionales ya no desempeñan ninguna función útil ni interesante. Los motivos que se aducen son los siguientes:
1)
Todos los seres humanos, con independencia de su nacionalidad, son iguales en derechos.
2) Gran parte de los catálogos de derechos están contenidos en tratados internacionales.
3) Los Estados han sido históricamente grandes vulneradores de los derechos.
(Así planteada, la propuesta parece incluso atractiva: alguien podrían pensar que la izquierda se rinde al liberalismo y a la globalización. Pero no hay que dejarse engañar. Los problemas vienen inmediatamente cuando se comprueba lo que sigue.)
4) Los derechos que más preocupan a estos juristas de izquierdas son los derechos sociales, derechos que exigen una acción positiva por parte de las autoridades a través de políticas públicas de prestaciones orientadas a la igualdad material.
5) Haría falta una autoridad supraestatal competente para llevar a cabo estas políticas públicas a nivel planetario y autoridad para sancionar a los Estados que infrinjan los derechos reconocidos en los tratados.
Eureka! El problema era el Estado, pero la solución es más Estado todavía.
Lo que realmente pretende la izquierda de este modo es la globalización del poder. El programa de la izquierda respecto del Estado no contempla su desaparición, sino la progresiva sustitución de los Estados nacionales por un Estado mundial con una constitución a medida de contenido eminentemente social.
Esta conclusión explica la fascinación de progresistas por la ONU: lo que realmente ven en la organización internacional es el germen de un Estado social mundial. La Santa Alianza del progresismo y la justicia social. Y esto, claro está, hace las delicias de cualquier planificador.
Frente a tan maximalista pretensión hay que recordar lo siguiente:
1) Ni aún admitiendo, como dato biológico o etológico, que los miembros de ciertas especies tienden a agruparse para garantizar mejor su supervivencia, podríamos estar de acuerdo con la perspectiva de un Estado mundial. En el caso de los humanos la agrupación mínima demostrable (por tanto la única realmente relevante para extraer conclusiones generales), se logra mediante redes interpersonales de solidaridad recíproca a las que los individuos se agregan voluntariamente con el objetivo de garantizar su vida, su propiedad y sus tradiciones, dando lugar, históricamente, a grupos de individuos cultural, política y militarmente diferenciados.
2) Sólo en un contexto de afianzamiento y compromiso universales de las ideas de la libertad, cabría plantearse la sustitución de los Estados nacionales por una autoridad mundial con, como poco, los mismos límites que los Estados nacionales. Mientras tanto, la propuesta debe rechazarse ¿Alguien imagina un Estado mundial de corte totalitario? Frente a tal Leviatán sólo cabría la resistencia; no habría ni posibilidad de asilo. (Descarto pedirlo en el estado de otro planeta, pues entonces el riesgo sería el de un estado galáctico o universal, lo que, por cierto, causaría orgasmos espasmódicos a nuestros planificadores).
3) Frente a la perspectiva de un Estado mundial, mejor una visión policéntrica, competitiva o conflictiva de las relaciones internacionales, estructurada a partir de agregados humanos diferenciados política, militar y culturalmente. Los individuos, obviamente, serían libres para su adscripción a cualquiera de estos agregados, lo que produciría una sana competencia entre las diversas culturas o civilizaciones.
4) Finalmente, y frente a la perspectiva de un derecho mundial, mejor un derecho mundial mínimo y regido por el principio de la subsidiariedad que permitiría su aplicación sólo en última instancia y en defecto de regulaciones de orden inferior, las cuales habrían además de ser subsidiarias de la propia libertad individual.
(El jurista de izquierdas es L. Ferrajoli. Las consideraciones finales se inspiran en ideas de D. Zolo e I. Eibl-Eibesfeldt)

1 comentario:

Intelectualidad dijo...

"hay verdades tan evidentes por sí mismas que deben ser proclamadas una y otra vez para que no caigan en el olvido. Una de esas verdades es que la guerra es un asesinato en masa, la mayor desgracia de nuestra cultura y que asegurar la paz mundial es nuestra tarea política principal...no es posible el progreso social esencial mientras no se cree una organización internacional mediante la cual se evite efectivamente la guerra entre las naciones de esta Tierra". Hans Kelsen.

"Tras el velo de la guerra total maquinada por Hitler se completó una ruptura de la civilización que ha provocado un estremecimiento mundial y ha exigido el tránsito desde el derecho internacional al derecho cosmopolita...La idea kantiana de una paz perpetua hoy solo podrá realizarse mediante la constitución de un estado mundial" Jürgen Habermas.

Solo basta con poner a la educación, en sentido amplio, y a los medios de comunicación al servicio del sistema de los derechos para que los pueblos compartan la conciencia necesaria para alcanzar una vida en paz basada en un auténtico autogobierno. Ese sistema de los derechos ya no puede sino ser universal. Por qué conservar lo que no ha resultado?? No será mejor terminar con los estados? No para crear uno totalitario a nivel mundial sino para crear un garante mundial de la libertad!!