Un fenómeno interesante que no deberíamos perder de vista. No quiero ser pesimista, pero de seguir así, además de probables jornadas de dolor cada vez que haya de celebrarse un proceso electoral, asistiremos a un condicionamiento masivo de las posiciones de los electores por parte de los grupos terroristas.
Ya incluso se atisban las estrategias de acción: un atentado aparentemente motivado por una decisión del gobierno, se carga al gobierno y una tregua en la línea de la acción del gobierno, probablemente ayude al partido del gobierno a ganar unas elecciones regionales.
Al margen de estas especulaciones logísticas, hay algunas cuestiones interesantes en el asunto.
¿Son los electores más maleables que los gobiernos? ¿Es más fácil torcer la voluntad de los electores que la de los electos? Y sobre todo ¿es más barato a la vista de la aureola de legitimidad de cualquier decisión electoral que la inmuniza frente a toda crítica? Efectivamente, nadie discute el veredicto de las urnas, pero es que muchos ni siquiera se atreven a criticarlo, mientras que la acción de gobierno está sometida al constante escrutinio crítico de intelectuales, periodistas o ciudadanos. Así si un gobierno motu propio hinca la rodilla ante los terroristas, probablemente haya firmando su propia sentencia de muerte, pero si lo hace movido por “el pueblo”, entonces la decisión solidifica y automáticamente deja de ser cuestionable desde cualquier punto de vista.
De otro lado, ¿habrán tomado buena nota los terroristas del carácter acomodaticio de las masas de electores y de lo barato que éstos se venden a cambio de decisiones perdonavidas (véase: treguas parciales “sólo para Cataluña” o “sólo para políticos”?
Actualización: José Blanco se suma a la estrategia al afirmar que "parece que algo se está moviendo en el entorno etarra" (léase: la política antiterrorista del gobierno indujo la tregua, luego es la acertada, luego hay razones para votar al PSOE).
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